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Teatro de Andrómeda: la visionaria obra maestra del pastor




La desnudez de los bloques de roca que lo rodean tiene la austeridad de los muros de Micenas y la sencillez de una mnnara, el recinto de piedra siciliano para el rebaño, pero el espacio circular, en su esencialidad desnuda y sin adornos, tiene la abstracción de un lugar atemporal, donde la materia pierde su escoria para convertirse en símbolo. Una patera humillada, un espacio cosmogónico, una delgada y permeable frontera entre el pasado, el presente y el futuro: así es el Teatro Andrómeda, una creación visionaria del pastor-escultor siciliano Lorenzo Reina. Intérprete moderna de ese vínculo extraordinario entre rito y representación, entre ética y estética que fue el teatro de los orígenes, del que Sicilia conserva algunas de las 'encarnaciones' arquitectónicas más significativas, Reina recoge su maravilloso eco relanzándolo hacia el futuro, sus pies bien anclados a aquellas raíces que tienen en el vínculo entre naturaleza y cultura su fibra más robusta. Puesto abierto sobre el paisaje, este teatro se convierte en paisaje mismo por la mediación natural del arte que para Reina es "poesía de la vida".

Estamos en Contrada Rocca, en las montañas de Santo Stefano Quisquina, un pequeño pueblo de origen medieval en la provincia de Agrigento. A mil metros de altura hay una vista que da vértigo, de esas que solo puede dar una mirada más allá de las nubes. En el horizonte el mar del Canal de Sicilia y, en el centro, la isla de Pantelleria, una grapa de esas que para algunos fueron las verdaderas Colonne d'Ercole de la memoria homérica. La "frontera extrema" de Lorenzo ha sabido superarla convirtiendo el límite de su mundo pastoril en una puerta de entrada al arte, un arte que dialoga con la naturaleza, más allá de cualquier dicotomía, e interactúa con el mundo, que hasta aquí rinde homenaje a la obra de un hombre que tomó su destino en su puño derribándolo primero y luego dictando sus reglas.


Sí, porque el destino de Lorenzo era ser pastor, aunque la pasión por la cultura ardía en su pecho. Hijo único, abandonó sus estudios en octavo grado para ayudar a su padre herido, historia, filosofía, arte, astronomía, ciencias naturales en los campamentos. Eran fuentes para ser autodidactas leyendo los libros prestados de las hermanas. Y fue vagando entre montañas con su rebaño de ovejas que el encuentro se produjo en los terrenos familiares, con esta terraza al infinito donde imaginó y construyó con sus manos un teatro dedicado a la Constelación de Andrómeda. El teatro de piedra más alto del mundo. Ciento dos cubos de piedra, vistos desde arriba en forma de estrellas de ocho puntas, yacen esparcidos ante el proscenio: son la proyección terrestre exacta de esa constelación, que cobra vida en cuanto cada espectador ocupa su lugar, iluminando con inmenso en este lugar de absoluta comunión con la Naturaleza y con lo Sagrado que lo hace vibrar. Inspirado en la teoría científica, y la imagen poética, de una futura colisión entre la galaxia de Andrómeda y la Vía Láctea "que se van a encontrar a 500 mil km por segundo y eventualmente se fusionarán. Un evento lejano en el tiempo pero que imagino como el fin último de todo"



. Piedra tras piedra, Lorenzo ha ido dando forma así a su teatro, pero el suyo es un acto demiúrgico que no sabe parar, porque este lugar y su vida se han vuelto uno: "cómo nunca dejas de poder superarte, así habrá tiempo y espacio". para mejorar este teatro, del que me siento parte "- dice - la mente se dirigió a la siguiente meta, el casi terminado 'Teatro di Terra', un teatro cubierto para espectáculos de invierno, lleno de referencias a nuestro planeta.

Al Teatro de Andrómeda*, elemento eminentemente escenográfico del conjunto, se accede a él a través de una puerta metálica que gira sobre su eje y está inspirada en la rotación de la tierra y la alternancia del día y la noche; de hecho, cuando está cerrado por un lado, golpea el sol, mientras que por el otro hay una sombra. Atravesar ese umbral es entrar en otra dimensión, aquella en la que el mundo interior de Lorenzo, que ha tomado forma en el teatro, se encuentra con el imaginario de los espectadores, moldeado continuamente por la semilla fértil del arte escénico y por la visión de un paisaje natural nunca antes visto. igual a si mismo.

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